martes, 9 de octubre de 2007

El sistema esclavista de Waltmart

Hace casi cien años, John Kenneth Turner en su libro “México Bárbaro”, describió la situación política mexicana durante el gobierno de Porfirio Díaz, y evidenció la práctica esclavista del monopolio del henequén en la península yucateca, en donde indígenas yaquis y mayas eran forzados a trabajar jornadas excesivas, e incluso podían ser vendidos o comprados.

El gobierno de Díaz, por supuesto, era cómplice de los dueños de estas haciendas y disfrazaban su sistema económico infrahumano bajo el nombre de “servicio forzoso de deuda”.

Actualmente, las grandes corporaciones como Wal-Mart, nos recuerdan a los empresarios henequeneros que han hecho su fortuna, no basada en la calidad ni servicio en sus productos, sino en la pésima política laboral con la que maneja a sus empleados.

Este tipo de empresas, a las que se añade a la lista Soriana y Comercial Mexicana y un largo etcétera, se instalan en nuestro país y Estado, con la promesa ilusoria de crear cientos de empleos que, en teoría, beneficiaría a la región, pero que se convierte en una fábrica de esclavos modernos.

Sus empleados son obligados a firmar un contrato en blanco (si es que se apiadan) para poder despedirlos cuando así sea requerido; sus salarios no sobrepasan del mínimo y no existe opción de crear antigüedad. Los aguinaldos y repartos de utilidades para estos trabajadores son unicornios azules.

Por eso la manifestación que se dio el martes pasado frente a un Wal-mart colimense se me hace un esfuerzo loable, que sin embargo, lamentablemente dudo que prospere si es un hecho aislado.

En otros países, como Argentina (en el que incluso, han contratado represores del exrégimen militar), ha habido intentos de formación de sindicatos en esta cadena, con consecuencias poco agradables: el despido de todos los trabajadores.

Nuestras autoridades laborales han hecho ojo de hormiga en estos casos, en el que Wal-mart no es el único; está por ejemplo, centros educativos como el Colegio Inglés, que hace trabajar a recién egresados con la promesa de una plaza laboral; los explota haciendo que realicen programas de estudio, y posteriormente, unas semanas después, sin haberle pagado un centavo, los despide y les da las gracias. El negocio es redondo: se aprovechan del trabajo e innovación de los jóvenes, ávidos por quedar bien y, sin contrato de por medio, les roban sus ideas para posteriormente aventarlos a la calle.

Cien años han pasado desde que se impuso el Servicio Forzoso de Deuda; una revolución terminó con el gobierno de Díaz y los henequeneros, pero los monopolios y los sistemas esclavistas nada más cambiaron de nombre y de dueños.


Tránsito y vialidad de Colima, un ejemplo


Hace una semana pude comprobar que el personal de la Dirección General de Tránsito y Vialidad de Colima, no sólo hace un buen trabajo, sino que hace diferencia. Los agentes de tránsito y peritos de la corporación tienen características poco habituales que en otras dependencias: amabilidad y cortesía. Desempeñar bien su trabajo es su deber, pero el buen trato, nada cuesta.

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