miércoles, 21 de enero de 2009

Ahora tiembla menos

Eran las 8:05 de la noche y yo estaba en plena discusión con Cris que me tenía arrinconado sobre su pregunta, (que en cuanto nomás pudo traslaadarla desde su portugués a su paurérrimo español), pero ni modo ¿qué hacer?. No fue la plegaria que hizo que temblara, pero sin duda pedir que algo me salvara para no contestar su cuestionamiento, se me concedió: un sismo de 9.2 en la escala de richter (7.5 para los medios).

Después de casi un minuto y medio de ver cómo mi casa se sacudía, los postes de luz se caían, las bardas se derrumbaban, y no paraban los gritos de Cris y los rezos de mi madre... nos acordamos de que Tatiana estaba en el segundo piso de mi casa. Mi hermano fue por ella, quien la encontró en el baño arrinconada. Pobre, el sismo la tomó de sorpresa en la ducha.

Fernando llegó minutos después, y yo no me salvé del cuestionamiento inmediato de Cris después del sismo (¡Mujeres!, ni una desgracia natural les ahuyenta sus intrigas).

Tomé mi cámara y nos fuimos a recorrer la ciudad: tomamos fotos, testimonios y vimos de primera mano el desastre que era el centro histórico. La información la mandamos, junto con la de nuestro jefe, a Ocho Colunmas. Sí, la publicaron, pero sin nuestros créditos: todo a nombre de Amado.

Al día siguiente, la luz del día hizo más evidente, las de por sí, ruinas en que había quedado la ciudad. Recorrimos todas sus calles, pero el primer lugar fue el barrio de la España, que nunca se recuperó: aún quedan las sicatrices de aquél 21 de enero del 2003.

Después de trabajar, de vuelta el cuestinamiento: Qué importa, te regresas a tu país y sigues con tu vida.

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